domingo, 5 de julio de 2015

Erizo.

El sol camina siempre por los espacios pequeños,
y yo contemplo en sombra carteles rasgados en el aire,
las luces del tiempo,
el cúter rajando las paredes altas de los techos,
edificios craquelados de papel que se sustentan sobre frías gárgolas abrasando mi cuerpo .

Sobre mi espalda brota el temblor de la hoja en la voz de un niño,
una hilera de ventanas que se crucifica sobre los cristales rotos de su querer vacío.
Sobre mi mano cae la polución marrón del paisaje,
el suelo, el grito, la ventana abierta,
un constante no haber sido feliz.

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